ESCALANDO EN EL TAJO DE LA CHORRERAS NEGRAS (NE PICÓN DE
JERES)
12/OCTUBRE/2013
“Sabe más el diablo por viejo que por diablo” sentencia un conocido refrán y es que la experiencia es siempre un grado en la montaña como nos demostró el compañero Gelín en el Tajo de las Chorreras Negras (NE Picón de Jeres). Esta zona, en la que ya hemos escalado varias veces, especialmente con nieve, siempre nos ha llamado la atención por su potencialidad alpina. Así que para allí nos fuimos un sábado de principios de otoño con la idea de trepar un rato y, de paso, reconocer el terreno con vistas al próximo invierno.
Con muy buena temperatura comenzamos la aproximación al
tajo desde el Refugio de Postero Alto. El recorrido es corto y bastante cómodo,
salvo en las últimas y un tanto ásperas rampas. Nos situamos en la base de un amplio
corredor, desde donde Gelín otea un par de lejanas chimeneas que destacan a la
derecha por encima nuestra. A Antonio y a mí nos impresionan esas estrechas y
verticales fisuras, oscuras cual boca de lobo, que parecen querer engullirnos como
a tiernos cordericos. Por ello, con la precaución de todo buen cagueta, optamos
por continuar con la idea inicial que traíamos que no es otra que comenzar la
escalada por una angosta y sombría canal situada un poco a la izquierda del
corredor principal. Se trata de un recorrido que escalamos hace ya unos cuantos
años y que, medio en broma, bautizamos con el jocoso nombre de “El Musgo el
Alpinista” por la frondosidad herbácea que cubría sus pasos más críticos. Se caracteriza
por un aspecto bastante caótico y una escasa calidad de la roca que lo hace más
idóneo para invernales. Montamos una reunión y Antonio inicia la escalada,
mientras Gelu y yo temblamos un poco ateridos por el frescor matutino. La vía no
presenta ninguna dificultad remarcable, salvo un estrechamiento con mala roca cubierto
de hierba y musgo, como corresponde a su renombre, complicado de asegurar.
Antonio se esmera en este tipo de terreno donde sabe moverse con soltura y
confianza. Superado este escalón, se sale caminando hasta montar una primera
reunión en una amplia y cómoda grada soleada. En total, salen unos 30 metros
con un grado de V-.
Una vez reunidos los tres, desmontamos esta reunión y en
ensamble nos movemos unos pocos metros a nuestra derecha para montar una nueva
reunión en una pequeña repisa. De nuevo, Antonio dirige la cordada en una
escalada que ahora discurre en travesía prácticamente horizontal hacia la
derecha a lo largo de una estrecha vira y que nos va acercando a las chimeneas
que observábamos al comienzo de la mañana desde la base del corredor. Es un terreno
sencillo, aunque un par de resaltes obligan a no relajarse si se tiene en
alguna estima la dentadura y poco aprecio por los dentistas. En este segundo
largo empleamos los 60 metros de las cuerdas con un grado de IV+.
Una vez reagrupados, nos movemos hasta colocarnos justo debajo de una profunda chimenea algo inclinada hacia la izquierda. Allí encontramos un clavo que nos sirve para montar reunión y que parece querer indicarnos claramente que el camino a seguir hasta la cumbre pasa por esta oscura y profunda brecha. Antonio comienza la escalada, aunque, poco convencido decide abandonar la chimenea y probar un diedro a su derecha. Pero tampoco este diedro se deja superar fácilmente, así que finalmente decide descolgarse de un “friend” y dejar que el Maestro “Gelín” le pegue un tiento a la susodicha chimenea. Y nuestro compañero nunca deja de sorprendernos en estos lugares donde la montaña muestra sus dientes. Rememorando su juventud asturiana, Gelu progresa a lo largo de la chimenea, desapareciendo de vez en cuando en su interior para meter algún que otro seguro. Casi sin darnos cuenta supera este último largo del día con una facilidad pasmosa. Una vez montada la reunión, es mi turno para disfrutar de la escalada de chimenea, tan poco habitual en estas zonas. Resulta un magnífico largo de unos 30 metros y un grado de V+.
Tras recuperar el “friend” abandonado en el intento al
diedro, ya sólo nos queda regresar a por el material que dejamos al pie del
primer largo para, más felices que unas perdices, desandar el camino recorrido
esta mañana. Mientras lo hago, no dejo de recordar ese viejo refrán con el que
encabezo esta breve crónica. ¡Menudo diablo el Gelín!
Grupo de avezados
montañistas: Ángel Álvarez “Gelu”, Antonio Fernández “4x4”, José Salazar
José
Salazar Villegas
Magnífico relato de una estupenda jornada de escalada, bien documentada con espeluznantes instantáneas. Muchas gracias señor Salazar por este valioso aporte.
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