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viernes, 5 de abril de 2013

ALTO DEL CASTILLEJO


UNA CLÁSICA DE GÁDOR:
EL ALTO DEL CASTILLEJO (1975 M) DESDE CORTIJO CLAVERO (CORDAL SE)
23/FEBRERO/2013

“El Pecho Cuchillo, prácticamente un “dosmil” orillado al Mediterráneo, ofrece sin duda la mejor ascensión de Gádor: sendas de las primeras repoblaciones, reductos de encinares y áceres, relieves calizos, y sobre todo la sensación de que la sierra surge como un castillo del mar, los modernos invernaderos de El Ejido y los recuerdos de la tahas árabes de Berja y Dalías. Majestuosa ruta, jugando entre la montaña y el mar, de cara al viento salado, al inmenso horizonte azul que viene de África”. Con semejante presentación de Juan Carlos García Gallego en su Excursiones por el Sur de España, sin duda alguna la “Biblia” del montañismo en las cordilleras Béticas, poco más habría que añadir, salvo que es esta una de esas cumbres que hacen que durante su ascensión el montañismo se convierta en algo parecido al arte. Por todo ello y por una especial querencia que me une a estos bravos escarpes de la vertiente suroeste de Sierra de Gádor, el Pecho Cuchillo con su punto culminante, el Alto del Castillejo (1.975 m), es una de esas montañas que no dejo de visitar cuando surge una buena ocasión.
Ocasiones que últimamente suelen coincidir con borrascas invernales más o menos poderosas. Esta vez conseguí “liar” Paco Lajara, buen amigo y valiente montañero, para esta incursión al monte en medio de la explosividad ciclogénica.
El Acceso:
La forma más rápida para acceder al inicio de esta ruta es mediante la pista forestal que parte a la derecha del aparcamiento del Área Recreativa de Celín, a no ser, claro está, que se decida por comenzarla desde esta Área Recreativa asumiendo los 600 metros de desnivel adicionales de “Los Borondos”. Elección ésta para recios montañeros que gusten de subir a las cumbres desde su mismo piedemonte. Nosotros, con el brío algo atemperado por el frío reinante, optamos por la primera alternativa y tras conducir unos 10 kilómetros dejamos el coche en el camino principal junto al cartel indicador del tercero de los desvíos al Cortijo Clavero (1.240 metros de altitud aproximadamente). Por cierto, encontramos el firme de la pista forestal en muy buen estado, perfecto para la circulación de turismos.
La Ruta:
Al bajar del coche nos sorprenden gratamente las condiciones meteorológicas que encontramos, mucho mejores de lo que esperábamos a pesar del viento y el evidente frío. De todos modos no hay que confiarse, así que nos equipamos convenientemente antes de tomar rumbo a Cortijo Clavero (1.190 metros de altitud). De hecho, nuestro objetivo se oculta detrás de un espeso manto nuboso. Tras una corta bajada por un pinar, dejamos a nuestra derecha un aljibe y continuamos por el camino más marcado (izquierda) para, tras obviar un primer desvío que parte a nuestra izquierda (vuelve a la pista principal), seguir en suave llaneo (NW) hasta Clavero. Antes de llegar al cortijo propiamente dicho, dejamos un segundo desvío a la izquierda que es el que viene desde el A.R. de Celín por “Los Borondos” y un sendero que sale a nuestra derecha (hay un cartel indicador) y que va a las Minas del Peñoncillo y Fuente Alta. En total poco más de un kilómetro con desnivel negativo. Estamos ya en el trazado del PR-A 113 (“Sendero de Dalías-Sierra de Gádor”), un sendero balizado.
Continuamos el camino que llevamos, ahora PR-A 113, sorteando Clavero a nuestra izquierda y tomando una bajada entre pinos (Norte) hasta un campo de almendros que nos regala la explosiva blancura de su floración. El camino atraviesa el almendral por en medio, mientras que el sendero va por su lindero superior, aunque ambos se unen poco antes del Barranco de Fuente Alta. Tras cruzar este cauce, pasamos frente a las ruinas del Cortijo Chiclana (1.170 metros de altitud), punto en el que el trazado de la senda, así como las balizas, desaparecen cortados por un corral de ganado y diversas “pseudo” construcciones del pastor. Lo más conveniente es continuar en paralelo a las ruinas del cortijo y el corral, con atención a la presencia de algún perro guardián (el que nosotros encontramos atado a un árbol era un buenazo, completamente pacífico), hasta cruzar el Barranco del Coto que desciende desde Fuente de la Mosca y la vertiente oriental del Pecho Cuchillo, para remontar con atención su vertiente orográfica derecha hasta dar con una fuente junto a las ruinas de una balsa (1.190 metros de altitud), donde volvemos a retomar la traza del PR-A 113. Ojo a los sedientos, no es posible recargar agua en esta fuente ya que está entubada por el pastor.
Nosotros seguimos la traza del sendero que hacia el Oeste inicia subida a través de los evidentes zigzagueos de “La Eme”. Dejamos atrás un primer desvío a la izquierda que se adentra en la vertiente derecha del Barranco de las Fuentes (erróneamente Fuente Alta en la cartografía) y un segundo, esta vez a la derecha, que se dirige hacia el Barranco del Coto, continuando a buen ritmo nuestra subida. La temperatura y el ánimo ayudan. El recorrido se adentra en un agradable bosque de pinos sobre el que se vislumbran unos interesantes paredones dolomíticos, mientras que bajo nuestros pies se dibuja el profundo cañón del Barranco de las Fuentes  que cae bruscamente hacia Celín desde la altas cumbres. La diosa fortuna empieza a sonreírnos y poco a poco el sol empieza a ganarle la batalla a las pesadas nubes que hasta hace un instante cubrían el cielo.
La verdad que resulta emocionante recorrer estas sendas de las primeras repoblaciones de Gádor, tan bien trabajadas por viejas y sabias manos. Pronto llegamos a un cruce, ignorando el sendero que sale hacia nuestra izquierda (Oeste; PR-A 154 “Senda de Castala”), continuamos el ascenso ahora por un encinar (Quercus rotundifolia) bastante aclarado hasta las inmediaciones del Cortijo Robles (1.400 metros de altitud) que dejamos, junto a un desvío que se dirige a la Cobacha, a nuestra izquierda. Aunque parte del terreno muestra aún las cicatrices de un antiguo incendio forestal, la naturaleza ha realizado una excelente labor de regeneración, tanto que hoy no es fácil imaginar el paso destructivo del fuego.
El trazado del sendero nos lleva, siempre ascendente, hacia el cordal Sureste del Pecho Cuchillo. Andamos junto a bellos ejemplares de encinas, ahora bajo un incipiente cielo azul, aunque jirones de niebla aún permanecen adheridos en las profundidades del Barranco del Coto. Antes de iniciar el cambio de vertiente y el descenso hacia la Fuente de la Mosca, aproximadamente a 1.430 metros altitud, abandonamos la comodidad del sendero para afrontar las ásperas pendientes de la cuerda sureste. Vamos ganando rápidamente altura y con ello perspectivas sobre el Mediterráneo y ese otro mar, en este caso de plástico, que cubre casi en su totalidad el Campo de Dalías. Abrimos camino a través de un espeso matorral, con abundantes enebros (Juniperus oxycedrus) y aulagas (Ulex parviflorus) a las que no parece gustarle mucho nuestra presencia a juzgar por la forma con la que “acarician” nuestras indefensas piernas. Las cada vez mayores y más esbeltas encinas que vamos encontrando son un buen indicativo del aislamiento de estos parajes y la dificultad de acceso que ofrecen a ese gran depredador planetario que es el hombre. Dalías y su vega aparecen y desaparecen a nuestros pies bajo velos nubosos arrastrados velozmente por el viento mientras vamos alcanzando el reino de la roca. Poco a poco la cuerda va afilándose y aunque nunca llega a convertirse en una escarpada arista, sí que vamos encontrando pequeños resaltes en los que es necesario utilizar las manos y sentir la agradable rugosidad de la caliza. Siempre se trata de trepadas sencillas, como una estrecha y corta chimenea o alguna pequeña plaquita inclinada, y que hacemos por puro divertimiento, ya que en su mayoría se pueden evitar por algún lateral.
A nuestra derecha, resguardado en la umbría de la vertiente noreste del Pecho Cuchillo, se desparrama uno de los bosquetes de arces (Acer granatense), o aceres como se conocen por estas tierras a estos bonitos árboles, mejor conservados de Sierra de Gádor. Aunque desprovistos de sus hojas no lucen sus mejores galas, nos contentamos imaginando los ocres y rojos de su follaje otoñal cubriendo estas laderas. No deja de ser un lujo poder disfrutar de estos paraísos botánicos tan cerca de casa. Más lejanos, los “morrones” aparecen cubiertos de una fina capa de nieve bajo los espesos nubarrones que se resisten a retirarse. Continuamos la ascensión, ahora sorteando los escarpes rocosos por la derecha, hasta aproximarnos a una imponente arista que nos conduce a una visible portilla poco antes de la cumbre.
 Impresionante el ambiente, el paisaje que nos rodea, las nubes que parecen jugar a nuestro alrededor, todo eso que a veces hace que los más rudos montañeros acaben transmutados en tiernos, cuasi angelicales, seres  capaces de sobrecogerse con la más humilde de las florecillas, y hasta hay malas lenguas que dicen de alguno al que se le ha visto escapar alguna furtiva lagrima.

 La cumbre nos recibe con su modesto hito de piedras aún decorado con la escarcha de la ventisca de la pasada noche. A modo de aclaración, indicar que el vértice geodésico, visible desde el Alto del Castillejo, está situado en la antecima (1.955 metros) del vecino Pecho Cuchillo. Unas fotos, un trago de agua y un buen tiento a la “flauta” de sobrasada que trae consigo el amigo Paco e iniciamos rápidamente el descenso ya que las nubes siguen amenazantes sobre nuestras cabezas.
Desandamos el camino hasta la portilla situada un poco antes de la cumbre (sobre los 1.940 metros) y decidimos bajar directamente por la misma. Es este un severo descenso por una incómoda pedrera de gran pendiente en la que hay que extremar precauciones para evitar molestos resbalones y, sobre todo, enviar al compañero de delante algún regalito en forma de “bolo” de considerable tamaño rodando a alta velocidad. “Surfeando” entre el pedregal vamos perdiendo rápidamente altura atravesando el poblado encinar que cubre la sur del Pecho Cuchillo hasta enganchar con la “Senda de La Cobacha” algo por encima de los 1.400 metros de altura, momento en el que una escueta nevada parece querer despedirnos de las alturas. 

Una vez en el sendero, caminamos hacia la izquierda (Este) en busca del Cortijo Robles donde enlazamos con el PR-A 113 para volver por el mismo camino que seguimos durante el ascenso unas horas antes.



















Resumen:
Excelente ruta montañera, en la que comparto plenamente la opinión de Juan Carlos García Gallego, sin duda la mejor ascensión que ofrece la Sierra de Gádor. Con un desnivel acumulado superior a los 900 metros requiere buena forma física y, sobre todo, saber moverse con soltura por la montaña, aunque el magnífico entorno serrano que nos rodea de inicio a fin nos compensará sobradamente el esfuerzo realizado. La bajada por la pedrera no es aconsejable por la gran pendiente y la inestabilidad del terreno. Es mejor desandar la cuerda SE hasta encontrarnos con el sendero PR-A 113 y, bien desandar el camino hecho en la subida, o bajar hacia Fuente de la Mosca en el Barranco del Coto para, tras ascender por su vertiente izquierda siguiendo el sendero hacia Fuente Alta, desviarnos en un primer cruce a la derecha en dirección a las Minas del Peñoncillo (Barranco de Fuente Alta) por donde volveremos al Cortijo Clavero. Si se dispone del tiempo y las ganas suficientes, esta ascensión se puede iniciar desde el mismo piedemonte de Sierra de Gádor tomando PR-A 113 en el Área Recreativa de Celín. Esta opción requerirá un desnivel adicional de 600 metros recorriendo los “Borondos”. Ojo con las rodillas a la vuelta.
Por último indicar que nosotros, sin distracciones y a un ritmo vivo, empleamos 3 horas en la subida y otras 2 horas en la bajada.
Grupo de avezados montañistas: Paco Lajara, José Salazar

Texto y Fotos: José Salazar Villegas

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