CALAR DE LA RAPA (2.242 M) POR EL RÍO GOR
8/OCTUBRE/2011
A veces olvidamos las montañas cercanas, incluso las menospreciamos por tratarse de escasos “dosmiles”. Y con ello lo que hacemos es dejar de lado soberbias rutas montañeras. Supongo que serán los tiempos que corren, en los que suele importar más sacarse “la foto” en una cumbre de renombre que disfrutar de la belleza de una ascensión a veces anónima.
Como nos gusta nadar contracorriente, este sábado de principios de octubre decidimos acercarnos a Sierra de Baza para repetir, o más bien finalizar, una ruta en la que disfrutamos de lo lindo este pasado invierno: La ascensión al Calar de la Rapa (2.242 m) por el río Gor. Aunque esta vez con bastante mejor tiempo.
Desde Charches tomamos una pista forestal en dirección a la pequeña pedanía de Las Juntas. Poco antes de esta población, cruzamos el río Gor y tomamos un camino a nuestra derecha que remonta el río y que acaba en unas explotaciones ganaderas (Cortijos de Malarte en la cartografía). En un anchurón en la entrada de una de estas fincas dejamos el coche. Toca colocarse las botas, echarse los “morrales” al hombro y comenzar la “pateada”. El altímetro marca 1.540 m.
Descendiendo por un terreno bastante inestable por las erosivas pezuñas de tanto pequeño rumiante, alcanzamos el río. El día, con un azul espléndido en el cielo, me trae a la memoria la jornada gris y fría que encontramos el pasado mes de marzo. La remontada del cauce del Gor, con apenas un hilo de agua como caudal, nos resulta mucho más sencilla que hace unos meses. Aún así, en numerosos tramos, más que un sendero lo que seguimos son las trazadas un tanto anárquicas de los rebaños.
Las choperas, teñidas levemente de amarillo, y un agradable frescor matutino nos recuerdan que estamos ya, aunque no lo parezca, en un incipiente otoño. En apenas una hora de animada caminata alcanzamos las ruinas del Molino de los Pulidos en la confluencia de dos barrancos (el Barranco de San Sebastián y un segundo cuyo nombre no aparece reflejado en la cartografía) con el río Gor. Por un camino casi perdido entre ambas barranqueras dejamos atrás las ruinas y el cauce del Gor, ganando altura por su vertiente orográfica izquierda hasta alcanzar una pista forestal, justo junto a un puente que cruza el torrente tributario del Gor de nombre desconocido. Cruzamos este camino y tomamos una inclinada pista forestal a nuestra derecha, conectando con el camino forestal que va hacia el Puerto de los Tejos. Enseguida abandonamos este camino y, ascendiendo por un denso pinar, nos encaminamos hacia las escarpadas laderas norte del Calar de San Sebastián. Unos solitarios arces (Acer granatensis) marcan la línea fronteriza entre el bosque de repoblación y el reino de la roca.
Nos espera una empinada e inestable pedrera por la que penosamente, pero con rapidez, alcanzamos el cordal cimero del Calar de San Sebastián desde donde disfrutamos de los gigantes de Sierra Nevada en la lejanía. Hoy el tiempo es inmejorable, lejos de la fuerte ventisca que nos castigó en nuestra anterior visita, y los viejos pinos bandera y las sabinas rastreras (Juniperus sabina L.) que tapizan el suelo parecen agradecerlo con un guiño cómplice a los últimos calores de este largo verano antes de la llegada del invierno con su glacial abrazo. Ahora el terreno es cómodo y avanzamos con rapidez hacia la cumbre de este “dosmil”. Muy al norte asoma una vieja conocida, La Sagra, con su perfil inconfundible, mientras que al este la vista se pierde en Los Filabres, con las cúpulas del Calar Alto y la Tetica de Bacares asomando en la lejanía. Aprovechamos para hacer una corta parada en esta cumbre de 2.164 m. y reponer fuerzas con el “papeo” que venimos arrastrando a nuestras espaldas.
Después de esta corta parada continuamos por la cuerda en dirección Sur. Perdemos algo de altura para alcanzar un collado (2.108 m.) que nos separa de una cumbre intermedia (sin nombre en la cartografía; 2.225 m.) entre el Calar de la Rapa (2.239 m.), nuestro objetivo, a nuestra derecha (Oeste), y la Rapa (2.228 m.), a nuestra izquierda o Sureste, inconfundible por el vértice geodésico que la corona.

Para la bajada elegimos una línea directa que por su vertiente Oeste nos sitúa en la conocida pista forestal del Puerto de los Tejos a la altura del Cortijo de Los Payos. Dejamos la pista principal y por un estropeado camino sobrepasamos Los Payos (caserón y corral de ganado). Se trata de una vía de servicio, probablemente de algún antiguo trabajo forestal, que bordea la ladera Oeste del Cerro de los Frailes donde mismo termina.

Ahora, cuando estoy terminando de escribir estas letras, me vienen a la cabeza unas palabras que me comentó hace un tiempo el amigo Kiko, gran conocedor, por cierto de estas sierras. Citando a algún sabio me dijo que “el camino de la montaña, como el de la vida, no se recorre con las piernas, sino con el corazón”. Y así es, porque mientras quede pasión, sabremos disfrutar del placer de vagar por los montes, sean grandes alturas o pequeños cerrillos desconocidos.
Grupo de avezados montañistas: José Omar “El Niño” y José Salazar
José Salazar Villegas
al "niño" le tenemos que dar una noche "bandolera" en la sierra !!!!!!
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