Habiendo quedado a las 6:00 en la puerta de "La Posada", y una vez todos allí, agarramos y tiramos para la sierra, no sin antes hacer un alto para dar rienda suelta al vicio de desayunar en la gasolinera de Huéneja (dios bendiga esas tostadicas).
Llegamos a los Albergues pudiendo comprobar la gran afluencia de público en general. A lo largo de la jornada vimos cómo la sierra, o al menos esa parte, estaba "inundada" de andarines, escaladores, ciclistas, y demás fauna.
El astro rey castigaba de lo lindo, así que no dudamos en embadurnarnos de protector solar en varias ocasiones. Ya se sabe que el sol viene muy malo este año.
En las posiciones, antes de coger el veredón para bajar al corral del Veleta, hicimos un alto para reponer fuerzas y contemplar las maravillosas vistas.
Bajamos al corral del Veleta donde hacía bastante calor. Aquí don Quillo nos ilustró acerca de los glaciares, de los valles en forma de U o de V, dependiendo del tipo de erosión, bien sea por hielo o por agua.
Todavía quedaban algunas manchas de hielo con sus lagunillos correspondientes. Pero en general está bastante más seco que el año pasado por estas fechas.
Había varias cordadas practicando en las diversas vías de la zona.
Ya en la cumbre de los Machos hicimos una parada más larga para comer como dios manda.
Descendimos hacia la cara sur del Veleta, hicimos cola en el paso de los guías, repito que había gente hasta debajo de las piedras, y llegamos a la Carigüela donde dimos de comer a una cabra y a un pajarillo que se acercaron por allí. El pajarillo era un acentor alpino, que me lo dijo don José Quillo.


En la Carigüela del Veleta. Al fondo podemos ver el Mulhacén y la Alcazaba.
Y ya que estábamos allí, pues subimos al Veleta, que para eso habíamos ido.
En la cumbre un amable espontáneo se brindó a hacernos esta foto de familia.
Después de recibir las reprimendas de rigor por parte de Pelli: "No os acerquéis al filo, que parecéis tontos", iniciamos el descenso, llegando sanos y salvos a la Hoya de la Mora.
Como no podía ser de otra manera hicimos una parada técnica en la venta de Dólar, ay señor.
Tengo que decir que Carmela nos invitó por su santo. ¡Gracias guapetona!. Y que de igual modo Luis y Nati compraron unos dulces azucarados, valga la redundancia, que nos hicieron recuperar algunos gramos perdidos en el esfuerzo previo. Gracias compañeros.
Y al hilo de lo que dijo alguien: "La cumbre no es sino la mitad del camino", yo añado: "Esto se acaba en la ducha de mi casa".